El Juez de Paz de Santa Elena y presidente de la Junta Federal de Justicia de Paz (JuFePaz), Gillermo Vega, relató su experiencia y trabajo realizado en diferentes provincias del sur llegando hasta las Islas Malvinas. En una entrevista publicada en el Boletín Informativo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación expresó que “ la idea fue simbolizar el espíritu de la Justicia de Paz”. En el desarrollo de la nota, que se transcribe a continuación, destaca la trascendencia e importancia del trabajo de las juezas y los jueces de Paz.
El paisaje árido, extenso y solitario de la Patagonia ha sido el escenario memorable de no pocas películas. El contraste entre las vastas llanuras y la cercanía de sus pobladores son una buena metáfora para evocar la construcción de lazos e historias. El tono intimista y melancólico que predomina en Historias mínimas (2002), de Carlos Sorín, o la épica romántica y emotiva de Caballos Salvajes (1995), de Marcelo Piñeyro, son ejemplos del acercamiento al ideario que inspira este territorio.
Guillermo Vega, juez de paz de la pequeña localidad de Santa Elena, Entre Ríos, se embarcó en una travesía hacia rutas patagónicas para conectar con sus colegas de toda la región y difundir los encuentros entre los miembros de la Junta Federal de Jueces de Paz (JuFePaz), organismo que preside, a través de sus redes sociales.
Y para darle mayor visibilidad a su misión, sumó a su recorrido una visita a las Islas Malvinas. “Viajé desde Río Gallegos en un vuelo comercial directo que solo une vez por semana. Es un vuelo costoso y con restricciones. Muchas personas no saben que existe esta conexión desde Argentina. La idea fue simbolizar el espíritu de la Justicia de Paz, que garantiza el acceso a la justicia en cada rincón de nuestro país”, explica y aclara, además, que “en JuFePaz no contamos con fondos propios, así que costeé todos los gastos personalmente, combinándolo con mis vacaciones por la feria judicial de enero”.
En retrospectiva, el viaje fue un único y largo encuentro intercalado con pequeños paréntesis de miles de kilómetros para compartir impresiones y experiencias con sus colegas. Las responsabilidades que asume la Justicia de Paz en pequeñas variaciones según la jurisdicción provincial, pero las condiciones geográficas, climáticas y humanas de cada localidad convierten a cada uno de los casi 1000 juzgados de paz en una misión singular.
El recorrido de Vega incluyó encuentros con colegas de Neuquén, Añelo y Picún Leufú en la provincia de Neuquén; Río Gallegos y Comandante Luis Piedrabuena, en Santa Cruz; Comodoro Rivadavia, en Chubut; Viedma, en Río Negro; y Victoria, en La Pampa.
¿Cómo se gestó la idea?
La idea es que la Justicia de Paz tiene muchas virtudes y tanta cercanía con la gente, también enfrenta desafíos. Generalmente se habla muy bien de la Justicia de Paz, pero no se llega a apreciar en detalle su importancia. Esto se debe a que muchas veces está presente en los pueblos más chicos y no se la valora lo suficiente. Desde JuFePaz trabajamos para darle visibilidad a esta labor que a veces parece menor e importante, pero en realidad es fundamental.
Argentina tiene una enorme diversidad de regiones y climas, y el funcionamiento de la Justicia de Paz está muy asociado a la idiosincrasia de cada lugar. Hay regiones en el norte con temperaturas extremas y en el sur con frío y viento, además de problemas de conectividad y grandes distancias. Nuestra tarea se adapta a esas realidades y cumple un rol fundamental en acercar la justicia a la gente.
¿Cómo fue la experiencia en Malvinas?
La experiencia fue muy particular. Intenté traerme algunas piedras como recuerdo y no me lo permitieron. También vi que a un excombatiente no le dejaron llevarse un pequeño frasco con arena de la trinchera. Lo que pude hacer, y que fue un fuerte simbolismo, fue desplegar una bandera de JuFePaz y otra de mi pueblo en el cementerio argentino. Fue un momento muy emotivo, con condiciones climáticas adversas, lluvia, frío y viento.
¿Cómo está organizada la administración de justicia en las islas?
Ellos se asumen independientes y lo expresan con convicción. Tienen un consejo elegido democráticamente, pero en caso de desacuerdo la gobernadora británica toma las decisiones. Su sistema judicial cuenta con tres jueces que manejan todas las competencias. Actualmente hay cinco presos en la isla y me contaron el caso de un joven condenado por haber abandonado a su pareja.
Volviendo al recorrido por la Patagonia, ¿qué experiencias destaca?
La idea fue recopilar testimonios para un proyecto llamado “Los Caminos del Sur con la Justicia de Paz”. Ahora queremos hacer lo mismo en el norte, con “Los Caminos del Norte”. La difusión se hace principalmente a través de redes sociales y grupos de WhatsApp.
Visité varios juzgados de paz en Neuquén, Chubut, Río Negro, La Pampa y Santa Cruz. Conocí la localidad de Añelo, Neuquén, que es el epicentro de Vaca Muerta. En poco tiempo pasó de tener 3.000 a 30.000 habitantes debido a la explotación petrolera. Allí, el juez de paz Aldo Alfaro tiene un rol clave en manejar los desafíos legales de esta comunidad en crecimiento. En esa provincia también me reuní con el juez Germán Cazenueve, quien tiene a su cargo uno de los sectores con más carencias de la ciudad de Neuquén, y Evaldo Moya, vocal del Tribunal Superior provincial, en Picún Leufú, con su jueza Nora Fuentes, una funcionaria con una vocación extraordinaria.
En Comodoro Rivadavia mantuve un encuentro con Claudia Chávez, una de las iniciadoras de JuFePaz, y en Viedma con el juez de paz Pablo Díaz y la presidenta del Tribunal Superior de Río Negro, Cecilia Criado. En Victoria, La Pampa, nos recibió la jueza Patricia Scheffer Gette, que tiene un enorme compromiso con su comunidad y, como sucede en esa provincia, además está a cargo del registro civil.
En Río Gallegos, Santa Cruz, visitamos el juzgado donde nos recibió su secretario Enzo Martini, y en Comandante Luis Piedrabuena de la misma provincia nos conectamos con la jueza Bernardita Manucci.
¿Cómo es el día a día de un juez de paz en la Argentina?
Es un trabajo muy demandante. En mi caso, en Santa Elena, Entre Ríos, juzgamos entre 20.000 y 25.000 habitantes. Tenemos un promedio de 50 casos de violencia mensual, además de otras competencias. La función del juez de paz en algunas provincias incluye también la realización de casamientos y medidas urgentes en caso de ejecuciones de embargo, por ejemplo. Además, si se activa una medida de protección de violencia de género, debemos hacer nuestro seguimiento.
¿Cómo es el proceso de selección de los jueces de paz?
Varía según la provincia. En La Pampa, por ejemplo, los jueces de paz son elegidos por votación popular y duran cuatro años en su función. En otras provincias, el proceso está a cargo del Consejo de la Magistratura. En Entre Ríos, el Concejo Deliberante elige una terna y el gobernador selecciona al juez de paz.
¿Qué vislumbra en el futuro de la Justicia de Paz en Argentina?
La estabilidad en el cargo es clave. En algunas provincias, como Córdoba, los jueces de paz no tienen estabilidad y además deben supervisar las elecciones, lo que los pone en una situación muy complicada. Desde JuFePaz hemos pedido que esto se revise.
También necesitamos mayor reconocimiento del trabajo que hacemos y más recursos para seguir acercando la justicia a la gente.
La Justicia de Paz es fundamental para muchas comunidades en Argentina. Atendemos casos sensibles, mediamos en conflictos familiares y garantizamos el acceso a la justicia en lugares donde no hay otras alternativas. Es un trabajo que requiere sensibilidad, equilibrio y vocación de servicio. Por eso es tan importante darle visibilidad y fortalecerlo.
20 de febrero de 2025
SIC-STJER